miércoles, 19 de septiembre de 2012


EL AMA DE CASA



Soy una ama de casa como las hay miles en España y en el mundo entero. Eso es lo que soy. También soy un montón de otras cosas pero a primera vista no hay duda de que soy eso, una señora que ronda por su casa con una escoba y unos guantes de hule natural. Y no me acompleja. Qué le vamos a hacer. No es glamuroso. Y qué. Las amas de casa somos mujeres secretistas e intrigantes aunque se crea que tenemos un pasado nulo o casi nulo. La mayoría parecemos frustradas por la vida, y tal vez sea así en parte por falta de suerte. Sí, tal vez. Giramos la esquina cuando no tocaba y el destino nos esperaba en forma de eso, de aspirador y fregona. 

Si hubiéramos seguido recto hubiéramos conocido a otro príncipe, otra estrella, otra motivación, otros problemas pero tuvimos que girar a la derecha en el semáforo del primer cruce. Ya ves, qué tontería, y ahora soy una ama de casa del todo, de pies a cabeza, obstaculizada por la sociedad y sin nómina. Porque ser ama de casa no es una profesión, no se enseña en las universidades y no se remunera, ser ama de casa se lleva en los genes. Cuando emerges al mundo, ya el primer día, la comadrona te mira y te etiqueta: médico, profesor, agricultor, peón o ama de casa o lo que es lo mismo, de celebridad a cretina.

A groso modo hay un abanico de posibilidades pero si no tienes cara de médico, y te esfuerzas mucho en la vida, como mucho llegarás a limpiar la consulta de uno.

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