viernes, 3 de octubre de 2014

Mamá, ¿existe el 108?


Decidimos muchas cosas en la vida; cada una nos lleva con picardía por un camino diferente, y todas, todas, todas, nos condicionan el destino.  ¡Bueno!, ya salió la palabrita: ¡el destino! ¿No será acaso la palabra más requerida, sobada y admirada por la raza humana y sus delirios? El destino no está escrito, ¡coño!, eso es una santa estupidez que dijo alguien rematadamente cursi para importunar al resto de humanos porque para muchos, como no hay vuelta de hoja, y el destino es el que es, se dejan llevar por la corriente, sin esfuerzo, por pura desidia… 

El destino no es tan simple como parece, ni tan temible y poderoso. A saber: el destino se garabatea día a día, y lo más importante, ¡ojo!, se puede innovar, moldear, escupir, objetar, batallar, incluso lo puedes deshacer como si fuera una frase mal escrita de tu documento Word. Desde que nacemos hasta que morimos, cada giro, cada mirada, cada pasito inadvertido, es un indicio de lo venidero, a veces acertado, a veces errado, a veces, simplemente muy madre.

Soy madre. Ese es el mejor giro hasta el momento; espero que hayan más de estos pero hasta el momento nada lo ha superado. Nunca he disfrutado tanto en mi vida con algo. Mis hijos me han hecho mejor persona, más tolerante, más constante, menos lunática, más vieja. Últimamente me torturo pensando que en unos cuantos años crecerán, mutarán en seres humanos adultos y luego ya no les veré el pelo. 

Hoy el pequeño se ha quedado otra vez como pensativo... Sabía que en breve saldría con una de sus preguntitas profundas, así que sin más, le he preguntado: ¿En qué piensas? Me ha respondido: Mamá, realmente no te mueres si te quitan un ojo, no? 



¡¡Niños, no crezcáis nunca!! ¡Seguid siendo mágicos!




No creo en el destino pero por si acaso, no quiero que mi destino sea otro.







Ilustraciones de Miguel Tanco

miércoles, 27 de agosto de 2014

LA TUMBA DE LAS LUCIERNAGAS


Esta es una película que impacta y supongo que por eso me dejó pensando durante bastante tiempo. Su sensibilidad es abrumadora y lo que más fascina es que te ayuda a recordar la verdadera identidad de los niños, su sencillez, su inmensa capacidad de aguante y esa gran virtud que sólo ellos poseen para extraer belleza en medio de un caos abominable.

Qué triste los niños cuando se ven en medio de una guerra que ni les va ni les viene. Qué saben ellos de codicia,  riquezas, egoismos,  poder,  posesiones...


...cuando lo único que aspiran en su vida es a contemplar luciernagas y a jugar con muñecas.









martes, 15 de julio de 2014

Mi madre es la mejor madre del mundo,

por más que se enfade conmigo, por más que me castigue, por más que cocine espinacas.


Mi madre es increíble porque siempre está pensando en mí. Nunca se cansa de quererme, no sé cómo lo consigue... Me pregunto cómo hacen las madres para tener tanto amor por dentro.


Mi madre me despierta por la mañana con agilidad para que aproveche el día, aunque yo dormiría siempre mucho más. Mi madre, con santa paciencia, me peina y me lava la cara. Luego me unta de crema solar para que no me queme el sol en el Casal de Verano. Mi madre me pone cereales con leche fría para desayunar. Los cereales están de miedo con leche fría, y ella lo sabe, por eso siempre se asegura de guardar un cartón de leche en la nevera la noche anterior.


 Mi madre siempre está pensando en mí, hasta cuando no estoy en casa. Cuando viene y cuando va, está como abstraída, pensando en mí, en mi futuro, en mis carencias, en mis virtudes, en que me echa de menos.


Cuando veo alguna mujer por la calle, caminando, no pienso que es una mujer guapa o una señora gorda. Sólo pienso que es una madre. A mis seis años, las mujeres, a mi entender, son sólo madres. Madres con ojeras, madres con arrugas, madres con ternura, madres con carritos de la compra, madres con tiritas, madres con cuentos mágicos...


Mi madre se me queda mirando a veces con una mueca rara, como feliz. Creo que eso significa que me quiere para siempre, y que le parezco perfecto. A mí me gusta que me mire así porque siento que soy el centro del mundo, el centro de todo su mundo.


(dibujos de la maravillosa ilustradora Patricia Metola)

viernes, 27 de junio de 2014

Sólo yo




A veces, cuando empiezo a notar que dedico demasiado tiempo a rondar la casa, a perderme en mi alrededor, a curiosear en Facebook, a colocar en paralelo los cojines del sofá o a divagar entre si hoy debería cocinar lentejas con chorizo o tallarines a la bolognesa, termino preguntándome a mí misma: “¿qué demonios estoy haciendo con mi tiempo? Con ese sinfín de segundos extraordinarios que han llegado a mí como caídos del cielo… ”. Y la respuesta siempre es la misma: “¡Tengo que escribir! ¡Tengo que escribir!”. 

No sé por qué pero siempre pienso que en cualquier momento, en cualquier lugar, debería ponerme a escribir. Escribir un pensamiento y dejarlo ahí, madurar. Escribir los comentarios incongruentes aunque chistosos de mi hijo de cuatro años, escribir lo que veo, escribir lo que me callo, escribir lo que nadie más podría escribir porque obviamente, nadie más puede ser yo. Sólo yo.

domingo, 1 de junio de 2014

Fuera llovía muchísimo,

Martina tenía miedo, había llegado la noche…
Cuando salía la luna, Martina sabía que la mandarían a la cama.
Luego sus padres se irían a su habitación y se dormirían, incluso la televisión se callaría y empezaría a roncar.
Nadie, menos ella, escuchaba al monstruo…






Reflexión:

Si alguien te dice: "yo mataré monstruos por ti", lo normal es que tú sientas como mínimo un poco de alivio. Al leer el título de este cuento adorable me sentí segura, me sentí niña y me sentí segura. No sé de qué me sentía insegura antes pero eso es lo de menos. 

Sin importar los años que uno tenga, los monstruos aparecen a cualquier edad y pueden vivir en cualquier rincón. ¡¡Están por todas partes!!

El mensaje: "No te preocupes, yo vigilo mientras duermes". 

La inocencia: Si tú me lo dices, yo me lo creo. Aunque al final el monstruo se me coma. Pero dímelo alguna vez, leñe!

lunes, 19 de mayo de 2014

Harvie Krumpet - corto animado ganador del Oscar 2004


Un mundo por contar. Elige tu estilo.

AGUSTINA GUERRERO




ANDREU MARTÍN



Ocupante vuelve a los fértiles terrenos del cuento de horror clásico, con sus maldiciones, sus brujas, sus pueblos remotos, etc. sin olvidar el humor desmitificador del autor. La historia goza de un impecable look moderno gracias a la labor gráfica y a un pulso vibrante, como de cinta de acción, en los parámetros de lo que podía ser El día de la bestia (Alex de la Iglesia, 1995). El argumento es sencillo: Lázaro no quiere dejar este mundo y le pide a su esposa que lo salve por cualquier medio posible. La mujer acude a la abuelaza, una meiga local, para que prepare el milagro desatando oscuras fuerzas difíciles de dominar. Por supuesto, contará con la oposición de las autoridades locales, lideradas por un cura con escopeta, y la aparición de víctimas propiciatorias que extiendan la plaga.
Una de las mejores (y más originales) secuencias del libro se centra en la lucha de un alma que se niega a abandonar su cuerpo ante el ataque de Lázaro. Aunque sus motivos puedan parecer infantiles, son tan fuertes como para bloquear el asedio y obtener una prórroga con que cumplir sus deseos. La trama no da respiro. En la estela de Hidden (Jack Sholder, 1987) o Fallen (Gregory Hoblit, 1998), con unas gotitas de La muerte os sienta tan bien (Robert Zemeckis, 1992), el lector se ve embarcado en una persecución sin cuartel sembrada de cadáveres. Lázaro es un ser amoral, a quien solo le importa la supervivencia a toda costa. Tras su pista, su mujer, un joven extraviado y un policía que debe aprender a creer en fenómenos paranormales.



ALEIX SALÓ

Ampliamente conocido por todos ya...



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