ANDREU MARTÍN
Ocupante vuelve a los fértiles terrenos del cuento de horror clásico, con sus maldiciones, sus brujas, sus pueblos remotos, etc. sin olvidar el humor desmitificador del autor. La historia goza de un impecable look moderno gracias a la labor gráfica y a un pulso vibrante, como de cinta de acción, en los parámetros de lo que podía ser El día de la bestia (Alex de la Iglesia, 1995). El argumento es sencillo: Lázaro no quiere dejar este mundo y le pide a su esposa que lo salve por cualquier medio posible. La mujer acude a la abuelaza, una meiga local, para que prepare el milagro desatando oscuras fuerzas difíciles de dominar. Por supuesto, contará con la oposición de las autoridades locales, lideradas por un cura con escopeta, y la aparición de víctimas propiciatorias que extiendan la plaga.
Una de las mejores (y más originales) secuencias del libro se centra en la lucha de un alma que se niega a abandonar su cuerpo ante el ataque de Lázaro. Aunque sus motivos puedan parecer infantiles, son tan fuertes como para bloquear el asedio y obtener una prórroga con que cumplir sus deseos. La trama no da respiro. En la estela de Hidden (Jack Sholder, 1987) o Fallen (Gregory Hoblit, 1998), con unas gotitas de La muerte os sienta tan bien (Robert Zemeckis, 1992), el lector se ve embarcado en una persecución sin cuartel sembrada de cadáveres. Lázaro es un ser amoral, a quien solo le importa la supervivencia a toda costa. Tras su pista, su mujer, un joven extraviado y un policía que debe aprender a creer en fenómenos paranormales.
ALEIX SALÓ
Ampliamente conocido por todos ya...
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