Los
detectives de hoy en día no visten como en las películas antiguas. No llevan gorras de
cuadros y no fuman pipa. No te reciben en despachos bohemios, con montañas de
papeles presagiando casos sin resolver, y por supuesto, ninguna secretaria sonriente te invita a
tomar café. Ahora buscas por Internet y eliges al azar un detective que te
parezca más o menos potable. El diseño de su web tiene que ser mínimamente depurado. Luego,
le mandas un correo para que encuentre a tu padre, desaparecido hace 30 años, y esperas
que sea profesional y no te tome el pelo. Te sale un hilo de voz cuando
por fin te llama por teléfono y te pide detalles que ayuden al caso. Te
fundes en tus calcetines, igual que se funde tu hijo, de papilla y mocos, cuando
le pillas manoseando tus cosas.
Querría encontrar a mi padre, le digo. ¿Dónde y cuándo le viste por última vez? Sentado en un balancín, en casa de mis abuelos, yo tenía tres años. De eso hace más o menos treinta años, espero que no sea un problema. ¿Cómo iba
vestido? Camisa a cuadros y pantalón tejano, muy anodino. Había una pequeña mancha de café en el cuello de la camisa. ¿Y, algún rasgo físico que quiera remarcar? Ojos verdes y pelo negro. Fue hermoso de joven pero siempre ha sido muy flaco, poca cosa, ya sabe. El tiempo le habrá agraviado. Le imagino canoso y de comisura caída. ¿Cómo se llama su padre? Miguel Ángel, como el pintor renacentista.
Necesito conocer algunos detalles más, señorita. ¿Sabe dónde vive o dónde ha vivido? De aldea en aldea, el viento lo ha llevado siguiendo el sendero. Su patria es el mundo, como un vagabundo. ¿A qué se dedica su padre? Canta su romanza al son de una danza, híbrida y extraña, para que el aldeano le llene la mano con lo poco que haya.
Por favor, mándenos un correo con todo lo que pueda recordar y que nos pueda ser de ayuda y empezaremos la búsqueda. Le haré llegar un presupuesto inicial por email y le tendré informada de los avances.
Necesito conocer algunos detalles más, señorita. ¿Sabe dónde vive o dónde ha vivido? De aldea en aldea, el viento lo ha llevado siguiendo el sendero. Su patria es el mundo, como un vagabundo. ¿A qué se dedica su padre? Canta su romanza al son de una danza, híbrida y extraña, para que el aldeano le llene la mano con lo poco que haya.
Por favor, mándenos un correo con todo lo que pueda recordar y que nos pueda ser de ayuda y empezaremos la búsqueda. Le haré llegar un presupuesto inicial por email y le tendré informada de los avances.
Así
lo hago. A los cinco minutos me llega un correo escueto del detective.
Estimada Blanca, hemos recibido de manera correcta su encargo, aunque necesitamos para
completarlo su segundo apellido, su domicilio y un teléfono de contacto. Sin
otro particular, reciba un saludo. Jorge García del Olmo.
No
sé qué precio mueven los detectives modernos. Le pregunto también si pueden
incluir en su dosier alguna foto de mi padre para verificar el resultado, y no tarda en
responder.
Estimada
Blanca, si la persona a localizar aparece en la ciudad que nos indica el presupuesto oscilará entre 450 y 700 euros. Si el domicilio fuera otro hablaríamos de 900 euros aproximadamente. En cuanto a la foto, prefiero
tener clara la localización del desaparecido antes de concretar un presupuesto, ya que a día de
hoy no hay datos firmes para poder aventurar unos costes precisos que, como ya le informé, van a estar en función del tipo de vivienda,
localidad, etc. En
cualquier caso, cuando le informe del domicilio de su padre, le aseguro que
tendré contrastados los datos ofrecidos por usted, sin dudar de que se trata de
la misma persona. Si no obtuviésemos resultados de la búsqueda, usted no tiene
obligación de abonar nada. Reciba un saludo. Jorge García del Olmo.
Me quedé pensando en esas palabras... ¿Cómo va a ser la misma persona si ni siquiera yo lo sigo siendo? ¿Cómo reconocerle? Me guiarán su ademán y sus ojos, y probablemente mi instinto, pero seremos dos extraños en el mismo banco. Yo con alma de niña y él, sin sospecharlo, vestido de paradoja.